Horas extras

-Bueno chicos,  pues a partir de ahora os quedáis en turnos de 8 horas. Repartiros como queráis. Eso es cosa vuestra. Por cada turno que hagáis ya sabéis que tenéis dos días libres. Si hay algún problema grave llamadme sin problema. Hasta el lunes.-

Allí se quedaron los tres. Jorge, Carlos y Saúl.

-Dejo pasándose el primer proceso y bajamos a comer. Un minuto.- Saúl y Jorge estaban distraídos comentando el Gran Premio del mundial de motociclismo que había ese fin de semana en Brno.

-Ya está. Venga, vámonos al bar.

-Sobre todo, no lleguéis tarde, que ya os conozco. Tú, Jorge te vienes a las diez y tu Saúl a las 6 de la mañana. ¿Os parece bien?-

-Joder, siempre me toca la noche a mi.- La cara de Jorge no reflejaba precisamente alegría.

-No te preocupes, yo me quedo contigo toda la noche. No tengo otro plan. Vas a ser el único que haga sólo ocho horas, yo me voy a chupar dos turnos. No te quejes. Además seguro que Carlos se queda con nosotros un ratito cuando acabe su turno.

-Bueno, visto así no esta mal.- Su cara había cambiado. Ahora estaba sonriente.

 Jorge era el mas joven de los tres. Llevaba cuatro meses en la empresa. Venía directamente de un módulo de grado superior. Acababa de cumplir 22 años. Carlos era el mayor del equipo. Tenía 27 años y era el jefe del grupo de programadores. Saúl estaba en medio. Tenía 26 años. Llevaba más tiempo que Carlos en la empresa, pero no era un hombre ambicioso. A él lo que le gustaba era programar. Antes de ascender a Carlos, le ofrecieron a él el puesto de jefe de grupo, pero lo rechazó. Lo único que quería Saúl era vivir tranquilo. No se podía quejar con su sueldo, con eso le bastaba.

 

-Bueno, el proceso no ha terminado. Voy a ir organizando las cosas para que no tengan ningún problema los chavales.- Al principio la gente se asustaba un poco con la manía de Carlos de hablar sólo y en voz alta. La gente que le conocía no se sorprendía, pero cada vez que entraba alguien nuevo en la empresa, tenían risas para unos días. Normalmente, el nuevo le preguntaba a alguien si estaba loco. Muchas veces inventaban historias sobre Carlos, como que se comentaba que era un asesino en serie, o que había sido abducido y desde entonces se comportaba así. A Carlos le divertía mucho este juego.

 

-Ya deberían estar aquí. Son las diez y cuarto. Joder con los retrasos. Me cago en la puta.

 

-Donde está tu amiguito. Son las once menos cuarto. Me tiene hasta la polla con llegar tarde. ¿Cuando vais a empezar a ser serios en el trabajo? Ya sois mayorcitos joder.

 -Oye Carlitos, a mi no me comas la olla que vengo de apoyo. Además yo he ido a por la cena. He traído para ti también.- Una sonrisa de oreja a oreja adornó la frase.

 

-Bueno, yo me voy. Si ves que Jorge no ha aparecido a la hora del cambio de turno, me das un toque y me acerco. Voy a tener unas palabritas con este chico, esto no se hace. Bueno Saúl, que te sea leve. Y gracias por la pizza.

-De nada jefe, descansa.

Saúl comprobó si todo iba bien. Así era. Carlos había dejado toda la documentación ordenada encima de la mesa.

-Todo controlado jefe.- Dijo apartando las hojas. Puso encima de mesa una cartera de las que se usaban para guardar los cds.

-A ver de que maravilla cinematográfica disfrutamos hoy.- Saúl era un autentico fanático del cine. Lo mismo le daba una comedia que una bélica. Le maravillaba el séptimo arte.

Sacó un Dvd y lo puso en el ordenador. Era el efecto mariposa. Le encanta esa película. Tenía ritmo, la trama le parecía que estaba muy bien llevada, era intensa y sorprendente. Pero lo que más le fascinaba era la angustia del personaje principal. Él sólo quería el bien para los demás y no conseguía hacerlo todo bien. Saúl se imaginaba en esa situación y sentía el agobio del protagonista. Le parecía una situación durísima. Cada vez que la veía captaba un nuevo detalle. La había visto casi veinte veces y no se cansaba. Siempre que tenía que quedarse un fin de semana en el trabajo, la veía. Era como un ritual. Allí fue donde la vio por primera vez y ese era su pequeño homenaje a lo que él consideraba una joya del cine.

La película transcurrió sin sobresaltos. Todo parecía estar funcionando bien. Todo menos Jorge. Seguía sin venir. Saúl le llamó al móvil. Daba tono, pero Jorge no lo cogía. Menudo cabrón, pensó Saúl.

Sacó el Dvd del ordenador y metió otro. Esta vez puso Donnie Darko. Otra de sus favoritas. Saúl opinaba que deberían dejar de hacer películas, ya que según él, la gente tenía que ver demasiadas películas que ya existían antes de ver alguna nueva. Para él Donnie Darko era la gran desconocida. Una película genial. Le encantaba la parte en la que hablaban sobre los pitufos.

- Una cerveza y un chocho, es todo lo que necesito para ser feliz.

- Pues tendremos que buscarnos una Pitufina.

- ¿Una Pitufina?

- Sí, ya sabes, no una de esas estiradas de Middlesex. Una tía que quiera hacer cosas guarras con los tíos, como Pitufina.

- ¿La Pitufina hacía cosas guarras con los Pitufos?

- ¿Por qué crees que la creó Papá Pitufo? Necesitaban una tía que quisiera montar orgías con los Pitufos.

- No, Vanidoso no, he oído que era homosexual.

- Ya, pero Vanidoso se quedaba fuera y se tocaba.

- ¿Y Papá Pitufo?

- Él grababa toda la orgía de los Pitufos, y luego se masturbaba mientras veía la cinta.

- ¡Vale! En Primer lugar, a Pitufina no la creó Papá Pitufo. La creó Gargamel con la intención de que espiara a los Pitufos. Pero la bondadosa forma de vida de los Pitufos la transformó. Y en cuanto a una orgía de los Pitufos... ¡eso es una gilipollez! Los Pitufos son asexuados, no tienen nada debajo de sus pantaloncitos blancos. Precisamente eso es lo triste de ser un pobre Pitufo. ¿Qué sentido tiene vivir sin una polla?

Le hacía mucha gracia. Seguramente lo que mató a esta película fue el hecho de que se estrenase el fatídico once de septiembre de 2001. A Saúl siempre le había parecido curioso. Una película así no podía haber sido estrenada de otra forma.

Estando Saúl imbuido en sus pensamientos, un mensaje apareció en la pantalla del ordenador.

-Mierda. Ya ha fallado, que raro.- Pero no era un error. En la pantalla había una pequeña ventana que decía: “Pc211 dice: Hola”.

-¿211? Eso es en la segunda planta. ¿Quién estará ahora allí? Son las dos y media de la mañana.

Abrió la consola del ms DOS y escribió: “Net send pc211 Hola quien eres?”. Esa era la forma que usaban para comunicarse entre ellos. Así se evitaban usar el Messenger.

“Pc211 dice: Saúl ¿Qué haces tan solo?”

“net send pc211 Trabajando como un pringado. ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Quién eres?

“Pc211 dice: ¿Dónde está tu compañero? Parece que se ha retrasado.

-Que capullo. Además de llegar tarde, se dedica a gastar bromitas. Seguro que ha venido borracho perdido el muy cabrón. Le voy a traer de las orejas.

Se levantó y se dirigió hacia los ascensores. Cuando iba a llamar, decidió bajar andando. Seguramente Jorge le estaría esperando para asustarle en la puerta del ascensor. Así le pillaría él. Cuando llegó a la segunda planta, abrió la puerta despacio esperando ver a Jorge esperando a ver si se movían los ascensores. Pero no había nadie. El descansillo estaba vacio. No se oía ningún ruido. Se acercó a la puerta de la oficina de la segunda planta. La abrió muy despacio. Se veía la luz de un monitor encendido. No había nadie a lado del ordenador. Entró a la oficina de rodillas. Ya no tenía tan claro que había sido Jorge el que le había escrito. Empezaba a estar asustado. Había avanzado aproximadamente cinco metros cuando escuchó unos pasos a su espalda. Se giró y lo único que pudo ver fue un bate de beisbol que le golpeó dejándole inconsciente.

 

Se despertó en el mismo sitio en el que había recibido el golpe. Se tocó la cabeza y notó en el pelo la sangre reseca. Le dolía mucho la cabeza. El monitor del ordenador seguía encendido. Esta vez si que había alguien sentado en la silla. Era Jorge.

-Joder Jorge, te has pasado tío, me has jodido la cabeza.- Cuando ya estuvo a la altura de Jorge, se cayó al suelo mareado por lo que acababa de ver. Estaba muerto. Tenía la cara destrozada, como si le hubieses pegado muchísimas puñaladas. En el ordenador había un documento de Word abierto.  Sólo decía: “Lo siento, llegaste tarde”.

Saúl echó a correr. Llamó a puñetazos al ascensor. Cuando la puerta se abrió la puerta apareció Carlos.

-Oh, gracias a Dios, Carlos. Han asesinado a Jorge. Hay que salir de aquí.

-Tranquilo Saúl, relájate. ¿Qué han matado a Jorge? Habrá sido por llegar tarde.- Una expresión de horror apareció en el rostro de Saúl.

-Has sido tu hijo de puta.-

-Ha sido él mismo, se lo ha ganado.- Con un rápido movimiento, Carlos sacó un cuchillo del maletín y se lo lanzó a Saúl.

-Ahhhhhgrbgrbr.- El grito de Saúl se ahogó en el chorro de sangre que brotaba de su ojo. El dolor le hizo caer. Lo último que oyó fue la risa enloquecida de Carlos.

 

Laura corría. Entró en la oficina acalorada y sudando. Se sentó y encendió el ordenador.

-Llegas tarde.-

-Lo siento Carlos, no volverá a pasar, te lo prometo.-

-Tranquila, se que no volverá a pasar.-

 

Publicado en relatos-cortos.com

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